Juan Pablo Orrego cuenta, orgulloso, que dos europarlamentarios -un italiano y un español- que visitaron Chile regresaron esta semana a sus países con sendos ejemplares de "Patagonia Chilena ¡Sin represas!", libro a través del cual 35 organizaciones ambientales chilenas y extranjeras pretenden alertar sobre los daños ecológicos que producirían las centrales que Endesa y Colbún quieren construir en Aysén.
Coordinador de la ONG Ecosistemas y una de las figuras más reconocidas del ecologismo nacional, Orrego editó el libro -junto a Patricio Rodrigo, de Chile Ambiente- y es uno de los más activos promotores de la que es, como él mismo afirma, la mayor campaña ambiental que se ha desplegado hasta ahora en el país.
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No sólo, dice, "por el valor ambiental de lo que está en juego y por la envergadura tremenda del proyecto hidroeléctrico", sino por la inédita agrupación de ONG que conforman el Consejo de Defensa de la Patagonia Chilena y que van desde la poderosa NRDC de Estados Unidos hasta la Fundación Pumalín, de Douglas Tompkins, y Chile Ambiente, de Hernán Sandoval. "El proceso que llevó a la coalición a armar el libro fue muy útil, nos ayudó a afinar visiones y argumentos y a afiatarnos como equipo", señala. "El antecedente de esta agrupación es la campaña contra Alumysa, donde ya se había generado una alianza entre ONG locales, nacionales y extranjeras", agrega.
Coordinador de la ONG Ecosistemas y una de las figuras más reconocidas del ecologismo nacional, Orrego editó el libro -junto a Patricio Rodrigo, de Chile Ambiente- y es uno de los más activos promotores de la que es, como él mismo afirma, la mayor campaña ambiental que se ha desplegado hasta ahora en el país.
No sólo, dice, "por el valor ambiental de lo que está en juego y por la envergadura tremenda del proyecto hidroeléctrico", sino por la inédita agrupación de ONG que conforman el Consejo de Defensa de la Patagonia Chilena y que van desde la poderosa NRDC de Estados Unidos hasta la Fundación Pumalín, de Douglas Tompkins, y Chile Ambiente, de Hernán Sandoval. "El proceso que llevó a la coalición a armar el libro fue muy útil, nos ayudó a afinar visiones y argumentos y a afiatarnos como equipo", señala. "El antecedente de esta agrupación es la campaña contra Alumysa, donde ya se había generado una alianza entre ONG locales, nacionales y extranjeras", agrega.
La publicación, explica, busca dos objetivos: "Dar a conocer el valor ambiental de la Patagonia, y abrirles los ojos a la gente sobre por qué no hay que pensar solamente en el impacto que tendrán los embalses, sino también en la línea de transmisión más larga del planeta, desde el extremo austral hasta Santiago con cables y torres de hasta 70 metros. El libro es una herramienta muy útil e impactante, y será tremendamente eficaz para potenciar la campaña".
Dos años invirtieron en esta iniciativa, cuyo costo -que Orrego asegura desconocer- se financió entre todas las ONG que participaron y que obtienen recursos de distintas fundaciones internacionales. Se imprimirán cinco mil ejemplares, de los cuales sólo 1.500 se pondrán a la venta. Los demás se repartirán a distintas personas e instituciones.
En las más de 180 páginas de la publicación hay numerosos fotomontajes que recrean el supuesto impacto que producirían las centrales y los tendidos eléctricos. También hay columnas de opinión de figuras como Tompkins, Luis Infanti -obispo de Aysén-, Sandoval, Manfred Max Neef y el empresario salmonero Víctor Hugo Puchi.
Los principales argumentos de las ONG apuntan al efecto ambiental y social de las represas, y se repiten términos como "ecocidio" y "cicatriz", en alusión a la línea de transmisión. Creen que los empleos que generará HidroAysén serán transitorios y que se destruirá el turismo que lleva, año a año, 145 mil personas a la región. En algunos casos los cuestionamientos van más allá: Rodrigo, por ejemplo, argumenta que el proyecto tiene costos ocultos y que la inversión por megawatt no será de un millón de dólares como han informado las compañías, sino de tres millones de dólares, que terminarán pagando los consumidores.
Pero Orrego -quien está seguro de que las represas no se harán- dice que no está dispuesto a negociar con Colbún o Endesa. Su objetivo, dice, es el que da el título al libro, porque a su juicio "no hay forma de mitigar el impacto de las represas. Tengo en mi médula la experiencia del Bío Bío y sé lo traumática que es la construcción de megacentrales hidroeléctricas en nuestros ríos, tanto en términos ambientales como sociales y culturales. El Alto Bío Bío se acabó como ecosistema. Es una máquina hidráulica".
- ¿Y qué proponen ustedes como alternativa ante HidroAysén?- Nosotros queremos ver un desarrollo energético totalmente distinto, de generación distribuida, a otra escala. Queremos que con actores locales y utilizando derechos de aguas que no estén todavía registrados, se instalen minicentrales hidráulicas, miniparques eólicos y centrales mareomotrices en el futuro. Esa es la fórmula. Queremos salir de esta fase impuesta por el sector energético, basada en megacentrales hidroeléctricas y termoeléctricas.
- Ningún país ha podido satisfacer grandes demandas con centrales de paso o con energía eólica. La hidroeléctrica y la nuclear son las únicas opciones.- Nosotros pensamos que Chile puede perfectamente abastecerse sin recurrir a HidroAysén. Tenemos fuentes propias que pueden darnos energía sustentable. No las usamos por una política de energía de mercado que fue la que nos llevó a la crisis actual.
- ¿Y cómo se enfrenta la necesidad energética que actualmente tiene el país? Las minicentrales no proporcionarán los 2.400 megawatts que aportará Hidroaysén.- No les tengo mucho respeto a las proyecciones de demanda porque parten de la premisa, de por sí cuestionable, de que Chile quiere seguir creciendo al 7 % anual. Pero de fondo está la pregunta sobre el modelo de desarrollo. Chile está proyectando el desarrollo de una infraestructura energética como si fuéramos a quedarnos para siempre estancados en una fase productiva primaria -basada en el cobre, la harina de pescado y la celulosa- como pilar de la economía. Chile tiene que empezar algún día a transitar hacia una fase productiva terciaria que ofrece sustentabilidad social porque genera empleos dignos y ofrece servicios intangibles: universidades y hospitales de lujo, ecoturismo diseminado, servicios de comunicaciones. En ese esquema cae de forma precipitosa la demanda de electricidad, de agua y la contaminación.
- ¿Qué se hace entonces con la estrechez energética de corto plazo?- El escenario de corto plazo no se resuelve con el proyecto de Aysén. El proyecto de HidroAysén, de hecho, está atrasado. La primera central del proyecto entraría a funcionar recién el año 2012.
- Pero las energías alternativas a las que usted alude tampoco constituyen una solución a gran escala.- La ley corta 1 y 2 ha hecho sumamente atractivas las inversiones en generación de energía. Nosotros contamos el otro día, en una lista que nos envió la propia Comisión Nacional de Energía, 67 proyectos de distintos tipos, incluyendo carbón, parques eólicos, centrales hidroeléctricas de paso y de menor escala. Y muchos de esos proyectos son sumamente amistosos en términos sociales y ecológicos. Pero si se le diera la pasada a HidroAysén se transformaría en un tapón, por años, que coparía el mercado y dejaría fuera del juego a un montón de actores que están interesados en invertir en proyectos energéticos más razonables.
- Ustedes, como movimiento, dicen estar confiados en que el proyecto no se aprobará. ¿En qué se basan?- En la sensación térmica que tenemos todos de que esta campaña está creciendo en una curva exponencial. Cada día se suman nuevos socios y crece la conciencia ciudadana. Yo hago charlas por muchas ciudades de Chile y me doy cuenta de que apenas uno entrega información más fidedigna, se produce un cambio en la gente. Desgraciadamente estas empresas están transformadas en poderes fácticos y todos los medios tienden a hablar de este proyecto en un futuro afirmativo absoluto: este proyecto se va a construir así? Eso es una corrupción de la opinión pública. Todos están convencidos de que el proyecto está consumado, cuando no ha ingresado aún al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental.
- Pero el gobierno no les ha dado a ustedes ninguna señal de apoyo.- Aunque hubo señales a favor del proyecto por parte de Bitrán y Tokman, desde hace un tiempo ha habido un compás de espera en que nadie está dando algún tipo de señales. Pero hay un grupo de parlamentarios que firmaron una carta diciendo que se ha improvisado en materia energética. La carta termina diciendo que este proyecto "reproduce todas las deficiencias de la política energética chilena, aumentando el monopolio y alterando el patrimonio natural y ecológico de la región". La firman Pablo Lorenzini, Marco Enríquez Ominami, Alvaro Escobar, Guido Girardi, Eugenio Tuma, Sergio Aguiló, Carlos Montes y varios otros.
- ¿Qué pasos vienen ahora?- Vamos a estar en cada paso, en cada instancia del proyecto, y vamos a revisar punto por punto el Estudio de Impacto Ambiental. Sentimos que es nuestro deber porque estamos convencidos de que no solamente vamos a contribuir a salvar lo poco de naturaleza relativamente prístina que va quedando, sino que además estamos apuntando a que este país enmiende el rumbo en términos de desarrollo energético.
Fuente: Revista que pasá
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